Cómo influyó en
su vida el avance tecnológico desde la Radio hasta la llegada del Celular
ENTREVISTADO: Don ISMAEL, panadero jubilado (83)
Emocionante experiencia escuchar las anécdotas de Don Ismael, un hombre de 83 años, edad solamente cronológica, porque al rato de comenzar esta entrevista, se fue distendiendo y apareció un jovial puntaltense que nos hace sentir como si viajáramos en el tiempo y acompañando cada avance tecnológico de las comunicaciones que él pudo vivir hasta hoy: de la Radio al Celular.
¿En qué circunstancias recuerda sus primeros contactos con los medios de comunicación?
Desde chico tuve que trabajar para llevar dinero a casa. Éramos mi mamá, una hermana más chica que yo, después seguían dos varones y el más grande era yo. Teníamos una radio Capilla, se le decía así porque tenía la forma de una capillita, tenía una carcasa de madera y terminaba arriba como en una punta redondeada. Cuando había radioteatros, nos juntábamos todos a escuchar alrededor del “aparato”. Con el tiempo hubo una que nos regalaron que era más grande a válvulas y tenía botonera, se podía sintonizar onda corta y onda larga, hasta emisoras de otros países agarraba. Una familia muy humilde, mi viejita trabajó lavando para afuera hasta que pudo y después tuvo que dedicarse a criarnos y atender la casa. Siempre me acuerdo de despertarme con el sonido de un reloj diminuto que apenas sonaba, lo compré a propósito para no despertar a nadie en casa. Me iba a una panadería donde ataba un caballo a un carro, prendía una radio Spica envuelta en un cuero marrón y empezaba temprano el reparto. Ya más grande me casé y no teníamos plata al principio para comprar un televisor, eran pocos los que tenían uno en el barrio. El vecino de enfrente había adquirido uno. Me acuerdo que todavía no sabía que tenía que orientar bien la antena para Bahía Blanca, y cuando se escuchaba algo nos llamaba a algunos vecinos para “ver”. Escuchar… Bue, escuchábamos de a rato, pero ¿ver?: algunos decían: ¡mirá, se ven como nubes! La sorpresa fue el día que recibió visita de un compañero que conocía del tema y le giró bien la antena. Ese día lo dejó solo al amigo y salió a los gritos a buscarnos. Nos asustamos todos, pensamos que algo le había pasado a la mujer. Cuando entramos y vimos las imágenes moviéndose y hablando por la tele nos quedamos un rato largo todos callados y admirados. Más adelante, ya con dos hijos, algo así fue presenciar en el ’69 la llegada del hombre a la luna, claro, en blanco y negro.
¿Y cómo vivió la llegada del color a la televisión?
Si… También me agarró de a pie esa época (se ríe), y con la familia nos parábamos un rato en las casas que vendían televisores a color, para ver desde la señal de ajuste hasta alguna imagen de algún programa que salía al aire en ese momento. Cuando compré la tele, la enchufé y lo primero que vimos en casa fue a Leonor Benedetto en la telenovela “Rosa de Lejos” por ATC (siglas de Argentina Televisora Color). Yo tengo dos hijos, el más grande en esa época estaba en la Armada, en Buenos Aires; el más chico que venía rebién en el secundario, empezó a llevarse materias por perder tiempo viendo la tele (lo dice levantando las cejas y por primera vez se borra su constante sonrisa).
Veo que tiene un celular. ¿Actualmente cómo se siente con Internet y el uso de celular?
No… (se agarra la cabeza), de la computadora no sé nada, mis hijos me hacen todo, o los nietos que la tienen más clara que sus padres (se ríe). Eso cuando me exigen hacer un trámite por compu (refiriéndose a internet). Pero las boletas las sigo pagando yo, voy y hago la cola. Al cajero automático me animaba a ir solo, pero ahora me acompaña mi nieto más grande o alguno de mis hijos.
Usted que ha pasado de la Radio al Celular, ¿tendría algún consejo para dar a los padres de hoy, o a la juventud?
Que sepan usar sólo para lo que necesiten esas cosas como la compu o el celu, pero que se aviven antes de que le dediquen más tiempo a eso que a la familia o a los amigos. La tecnología avanza, al principio cada cosa entusiasma y nos hace pasar mucho rato enchufado a lo nuevo, pero enseguida hay que darle a cada cosa el tiempo que corresponde, para no arrepentirse más tarde. Usar la compu, el celu o lo que venga, pero no dejar que eso lo use a uno.