¿Quién no conoce a esta destacada figura artística que hace reír tanto a chicos como a grandes? ¡Es nuestro, es argentino! Y se llama “Carlitos Balá”. Tuvimos la gran oportunidad de entrevistarlo en su propia casa, y éste fue el diálogo con “redes”
-Hacer reír a la gente, en especial a los chiquitines.
Sacarle una sonrisa a otra persona, que quizás tuvo un mal día, está agobiado…
Y verlo reír, eso es lo que mejor me hace sentir, eso me pone feliz.-
-¿Cómo llegó a
los medios, cómo comenzó y cómo fue su tránsito por unos y otros?-
-Era muy chico cuando fui a un concurso de radio a
escondidas de mi viejo, me cambié un poco el nombre e interpreté un personaje.
Mi viejo estaba escuchando pero no se dio cuenta. A partir de ahí, arranqué
como Carlos Balá artísticamente, aunque mi verdadero nombre es Carlos Salim Balaá Boglich. Y no paré más, grabé
canciones en disco, hice además de radio programas en televisión, cine y con mucha
alegría trabajé en circo también recorriendo el interior del país.-
-¿Le agrada
mantener contacto con los Balacitos por Internet?-
-Siiii… Me encanta ver las fotos y leo todo lo que me escriben.
Primero arrancan los chicos y en poquitos días aparece el padre o la madre, los
tíos y los abuelos. Medio que primero lo ponen al nene o a la nena de escusa.-
-¿Cómo es el Balá
esposo, papá y abuelo?-
-Muy familiero, acá en casa siempre estoy rodeado por
alguien, es muy raro que esté solo. Lo más solo que puedo estar es con mi esposa
Marta, a quien amo con toda mi alma, mi compañera fiel, que tanto me ha
acompañado y ayudado en todo momento, siempre, siempre.
-¿Tiene alguna
anécdota, algunos recuerdos de trabajo durante tanto tiempo con tantos actores?-
-He aprendido mucho al trabajar con muy buenos actores a
Dios gracias. No quiero nombrar a ninguno, porque voy a dejar muchos afuera,
pero se me puede ver con ellos en los archivos de las películas o escuchar en
los audios de radio, gente con la que tuve la bendición de trabajar y con la
que me he sentido muy, muy bien.-
-¿De qué jamás se
arrepintió?-
-De haber seguido la vida que seguí. De haberme ido a
escondidas de mi viejo al concurso de radio que gané. De la compañera con la
que me casé, de la familia que formé.-
-¿Qué siente que
le faltó hacer en la vida, que le hubiera gustado lograr y aún no ha podido?-
-No… Nada. Una sola cosa me gustaría hacer, si Dios me
da la oportunidad: de hacer una Fundación para poder ayudar a los chicos, eso
sí me gustaría mucho.-
-¿Cómo ve a los
niños de hoy en comparación con los de antes?-
-Los pibes de ahora tienen las mismas necesidades que
los de antes, necesitan atención, tiempo de estar con ellos, amor. Que se los
escuche. No cambió nada de eso, es la misma necesidad. Cambian quizás las
circunstancias, de que le falte atención, amor, tiempo; pero la necesidad estoy
seguro que sigue siendo la misma.-
-¿Cómo fue su experiencia rodando “La Muchachada de a bordo”?-
-¡Ah, hermosa! Fuimos a filmar en Puerto Belgrano y en
la ciudad de Punta Alta, de donde vienen ustedes, sí. Toda la gente de la base
los militares de todas las jerarquías, se portaron de diez, con todo el equipo.
Esa era la segunda vez que se filmaba “La muchachada de a bordo”, en el 67,
porque hubo otra antes, con Sandrini en 1.936. En esa y en la que filmé yo, en
las dos estuvo Tito Lusiardo, un gran actor y un queridísimo amigo.-
-¿Qué consejo le
daría a los que sienten la profesión de hacer reír a los más pequeños?-
-Que siempre piensen en la otra persona, no en ellos
mismos. Que sean respetuosos con el público. Que trate de jugar a ser un rato como
una criatura para que ellos se identifiquen, pero que sepa pasar con “buena
técnica” a retomar el rol de mayor, para enseñarle algo a ese niño o niña. Y que lo que haga, lo haga con amor, eso es lo
principal.-
Ya en off, cuando nos retirábamos, se acercó a mi, y me
dijo en voz baja:
-¿Ahora te puedo hacer una pregunta personal yo a vos?-
-Sí- (Le contesté
medio preocupado e intrigado al mismo tiempo).
-¿Qué gusto tiene la sal?-
(Respirando
aliviado y sintiéndome un niño otra vez, le respondí): -¡Salado!- Y aquella
lágrima que contuve durante toda la entrevista, fluyó libre y se fundió en un
abrazo con mi ídolo de la infancia.
ENTREVISTADOR: Víctor Sisterna