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martes, 6 de diciembre de 2022

ENTREVISTA

 "La muchachada de a bordo"

¿Quién no conoce a esta destacada figura artística que hace reír tanto a chicos como a grandes? ¡Es nuestro, es argentino! Y se llama “Carlitos Balá”. Tuvimos la gran oportunidad de entrevistarlo en su propia casa, y éste fue el diálogo con “redes”

 -¿Carlitos Balá, es feliz, que le hace sentir mejor, que le agrada más?-

-Hacer reír a la gente, en especial a los chiquitines. Sacarle una sonrisa a otra persona, que quizás tuvo un mal día, está agobiado… Y verlo reír, eso es lo que mejor me hace sentir, eso me pone feliz.-

-¿Cómo llegó a los medios, cómo comenzó y cómo fue su tránsito por unos y otros?-

-Era muy chico cuando fui a un concurso de radio a escondidas de mi viejo, me cambié un poco el nombre e interpreté un personaje. Mi viejo estaba escuchando pero no se dio cuenta. A partir de ahí, arranqué como Carlos Balá artísticamente, aunque mi verdadero nombre es Carlos Salim Balaá Boglich. Y no paré más, grabé canciones en disco, hice además de radio programas en televisión, cine y con mucha alegría trabajé en circo también recorriendo el interior del país.-

-¿Le agrada mantener contacto con los Balacitos por Internet?-

-Siiii… Me encanta ver las fotos y leo todo lo que me escriben. Primero arrancan los chicos y en poquitos días aparece el padre o la madre, los tíos y los abuelos. Medio que primero lo ponen al nene o a la nena de escusa.-

-¿Cómo es el Balá esposo, papá y abuelo?-

-Muy familiero, acá en casa siempre estoy rodeado por alguien, es muy raro que esté solo. Lo más solo que puedo estar es con mi esposa Marta, a quien amo con toda mi alma, mi compañera fiel, que tanto me ha acompañado y ayudado en todo momento, siempre, siempre.

-¿Tiene alguna anécdota, algunos recuerdos de trabajo durante tanto tiempo con tantos actores?-

-He aprendido mucho al trabajar con muy buenos actores a Dios gracias. No quiero nombrar a ninguno, porque voy a dejar muchos afuera, pero se me puede ver con ellos en los archivos de las películas o escuchar en los audios de radio, gente con la que tuve la bendición de trabajar y con la que me he sentido muy, muy bien.-

-¿De qué jamás se arrepintió?-

-De haber seguido la vida que seguí. De haberme ido a escondidas de mi viejo al concurso de radio que gané. De la compañera con la que me casé, de la familia que formé.-

-¿Qué siente que le faltó hacer en la vida, que le hubiera gustado lograr y aún no ha podido?-

-No… Nada. Una sola cosa me gustaría hacer, si Dios me da la oportunidad: de hacer una Fundación para poder ayudar a los chicos, eso sí me gustaría mucho.-

-¿Cómo ve a los niños de hoy en comparación con los de antes?-

-Los pibes de ahora tienen las mismas necesidades que los de antes, necesitan atención, tiempo de estar con ellos, amor. Que se los escuche. No cambió nada de eso, es la misma necesidad. Cambian quizás las circunstancias, de que le falte atención, amor, tiempo; pero la necesidad estoy seguro que sigue siendo la misma.-

              
  
-¿Cómo fue su experiencia rodando “La Muchachada de  a bordo”?-

-¡Ah, hermosa! Fuimos a filmar en Puerto Belgrano y en la ciudad de Punta Alta, de donde vienen ustedes, sí. Toda la gente de la base los militares de todas las jerarquías, se portaron de diez, con todo el equipo. Esa era la segunda vez que se filmaba “La muchachada de a bordo”, en el 67, porque hubo otra antes, con Sandrini en 1.936. En esa y en la que filmé yo, en las dos estuvo Tito Lusiardo, un gran actor y un queridísimo amigo.-

-¿Qué consejo le daría a los que sienten la profesión de hacer reír a los más pequeños?-

-Que siempre piensen en la otra persona, no en ellos mismos. Que sean respetuosos con el público.  Que trate de jugar a ser un rato como una criatura para que ellos se identifiquen, pero que sepa pasar con “buena técnica” a retomar el rol de mayor, para enseñarle algo a ese niño o niña. Y que lo que haga, lo haga con amor, eso es lo principal.-

Ya en off, cuando nos retirábamos, se acercó a mi, y me dijo en voz baja:

-¿Ahora te puedo hacer una pregunta personal yo a vos?-

-Sí- (Le contesté medio preocupado e intrigado al mismo tiempo).

-¿Qué gusto tiene la sal?-

(Respirando aliviado y sintiéndome un niño otra vez, le respondí): -¡Salado!- Y aquella lágrima que contuve durante toda la entrevista, fluyó libre y se fundió en un abrazo con mi ídolo de la infancia.

ENTREVISTADOR: Víctor Sisterna